27 i 28 d'agost
Santander - Palacio de la Magdalena (Universidad Internacional Menendez Pelayo)
Desde siempre, a menudo lo más relevante es en buena medida invisible. La sociedad contemporánea vive hoy encadenada a un carrusel de ‘mensajes’ desoladores y deslumbrantes. Más centrados en los medios que en los fines. Retales que no afectan únicamente a la crisis económica sino a la matriz moral de unas democracias que se creían a salvo de la desazón. Y ahora, en el cenagal de la crisis, nos oprime el discurso contrario: la descalificación generalizada y la depauperación de los múltiples valores que propician formas de subsistencia, existencia y convivencia menos desastrosas, más razonables, estéticas y morales. Y económicamente –en verdad– más eficientes.
En medio de la crisis brutal –cultural, ambiental, política y económica– existe un clamor a favor de otras formas de vida y en su núcleo hay un vacío incomprensible: nadie habla en verdad de nosotros mismos, de lo que de verdad necesitamos e importa, de lo que realmente funciona y hace bien. Aunque muchos luchan por afianzar la justicia, la libertad, la educación o el medio ambiente ante la vorágine pestilente de las finanzas tóxicas, pocos se ocupan de valorar, visualizar, cuantificar y promover los inmensos beneficios que para las personas y las comunidades tienen numerosas políticas sensatas, que en parte ya existen, y cuyo despliegue dota de mayor vigor, plasticidad, resistencia y cohesión a nuestras democracias, a nuestro capital humano y ambiental, a la cultura, a la salud –y sí, a la economía real. Es pues esencial que apreciemos –aunque parezcan invisibles e intangibles a primera vista– otro tipo de políticas auténticamente beneficiosas: las que desarrollan ciertas industrias, instituciones y sectores económicos como la educación, el arte y la cultura, el medio ambiente, la salud pública y la propia economía. Para poder dar más valor a lo que en silencio o invisiblemente hace bien ¿qué nuevos indicadores, políticas, instituciones, empresas, símbolos, arte y valores necesitamos? ¿Y cuáles están ya aquí? ¿Cuáles son exactamente esos beneficios? ¿Quién los hace visibles, mide su impacto humano y social, contribuye a que se aprecien y a que se incluyan en los procesos de deliberación ciudadana y de decisión política?
Este encuentro propone analizar la riqueza y diversidad de estructuras, procesos y efectos que intervienen en la construcción de sociedades más satisfechas sin ser acríticas, más estimulantes sin ser irresponsables, más imaginativas sin ser quiméricas, más optimistas sin ser ilusas, más equitativas sin ser injustas o ineficientes. Sociedades más educadas, cultas, justas, libres y acaso felices. Que favorecen un desarrollo humano auténtico. Es también un asunto de salud pública incentivar la percepción de los beneficios que potencialmente ofrecen los bienes y productos culturales disponibles.
Todo ello, más allá de la dialéctica optimismo-pesimismo y con los pies en el globo: en el único escenario real que existe para la sociedad española, el mundial. Una sociedad con algunos grupos anacrónicos, incómodamente integrados en los circuitos industriales y culturales globales. Pero una sociedad más innovadora, valiente y fértil de lo que se dice.
El Encuentro está abierto a profesionales de la educación, el arte y la cultura, la economía, el medio ambiente, la salud pública y la medicina, los medios de comunicación, las ciencias políticas y sociales, a estudiantes de estas y otras disciplinas relacionadas, y a cualquier otra persona interesada.
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